La economía circular, un buffer para la situación económica, social y ambiental actual

Las condiciones sociopolíticas y económicas mundiales, han centrado la atención de las personas y los estados en la crisis humanitaria por la Guerra de Oriente y la inmigración en varios continentes, la reactivación de termoeléctricas en Europa, la inflación, el costo de los hidrocarburos y los cambios geopolíticos.

En Colombia, la situación puede ser más adversa, si tenemos en cuenta la alta dependencia de los hidrocarburos, tanto en la entrada de divisas o como combustible para otros sectores de la economía; tampoco se puede olvidar los efectos que ha dejado la pandemia, el impacto de la deuda externa en el mediano y largo plazo, la profundización de la desigualdad social y los efectos del cambio climático, entre muchas otras variables que alteran el panorama de riesgos del país.

Para entender mejor la situación, es importante considerar algunos indicadores que han sido presentados por el DANE, la superintendencia de Servicios Públicos, el DNP y MinAmbiente: Desempleo del 10.6% a agosto, equivalente a unas 2.6 millones de personas registradas, deforestación de 174.103 hectáreas en el 2021, generación de residuos cercana a las 11.5 millones de toneladas anuales, colapso de al menos 321 rellenos sanitarios en el corto plazo y un consumo de leña como fuente de energía, cercano al 20%.

No obstante; el trabajo colectivo, la articulación de todos los actores de la sociedad y una acertada planeación del Estado, pueden convertir todas estas condiciones adversas, en una gran oportunidad de desarrollo, compensación ambiental y equilibrio social. Es necesario comprender, cuáles son las necesidades actuales del planeta y sus habitantes, para poder orientar o transformar a los sectores económicos del país hacia esta función.

Es aquí en donde toman relevancia las políticas ambientales y las estrategias para su implementación. Actualmente, sólo reciclamos un 17% de nuestros residuos totales y tenemos una tasa de deforestación del 0.4% anual; a pesar de ello, contamos con unos 155 mil empleos ambientales entre los cuales se encuentran unos 85 mil empleos verdes.

Tal vez es hora de evolucionar de un modelo ambiental pasivo a uno activo, que nos permita mitigar o revertir muchos de los efectos que hemos mencionado anteriormente, y es aquí en donde la Economía Circular toma relevancia. Es necesario pasar de las conferencias en donde se explica qué es la EC, a las mesas técnicas en donde se planean e implementan proyectos de economía circular. ¿Cómo lo podemos hacer?

Se requiere abrir varios frentes de acción para atender los impactos de corto plazo y mitigar los de mediano y largo plazo. En el corto plazo, necesitamos generar e implementar políticas de responsabilidad extendida al consumidor, en donde deje de ser un actor pasivo y asuma un rol relevante en el consumo selectivo de productos y en la separación de sus residuos. Esto permitiría aumentar las tasas de reciclaje, disminuir el consumo de empaques, envases y bienes inoficiosos, facilitar el trabajo de los recicladores y generar empleo.

En el mediano plazo, debemos impulsar y mejorar los proyectos de economía circular a través de un trabajo activo de las embajadas y el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, que permita traer tecnología y técnica; así como impulsar líneas de financiación especializadas, instalación de unidades de acompañamiento técnico en la etapa de estructuración de los proyectos. También es necesario aterrizar la economía circular a las MiPymes, en donde se genera el 78% del empleo total.

Otra línea de acción, debería estar dirigida a reorientar el esfuerzo y la comprensión del impacto de los materiales; la sociedad ha sido convencida de que el problema se centra en los plásticos; sin embargo, entre el 60 y 70% de los residuos que reciben los rellenos sanitarios son orgánicos, y el quinto reporte del DANE del 2022 dice que el 80% de los residuos madereros se botan en rellenos, así como el 23% de productos químicos y el 42% de los textiles, entre muchos otros.

Dentro de las acciones que debemos realizar ahora para obtener resultados en el futuro, está la educación de todos los actores sociales; El Ministerio de Educación, las Universidades y los Colegios Públicos y Privados, tienen la oportunidad de desarrollar el mejor modelo pedagógico con enfoque social y ambiental; tanto la educación básica, como la técnica y la profesional, deben tener contenidos relacionados a estos temas; la economía circular no es exclusiva de recicladores, técnicos e ingenieros; se requieren abogados que propongan normas ambientales estructuradas, profesionales de la salud que comprendan la gestión de residuos relacionados a su profesión y una sociedad, informada, comprometida y activa.

No podemos dejar de lado otros aspectos que tienen relación con el componente social y ambiental. Frente a los reclamos de algunas comunidades étnicas por la tierra y la seguridad alimentaria, es momento de crear un modelo de aprovechamiento forestal impulsado por el Estado, en donde se les brinde la oportunidad de reforestar, generar bonos de carbono y aprovechamiento de maderables, a través de la combinación de técnicas ancestrales y el conocimiento científico; esto permitiría disminuir la tensión social, generar empleo, aumentar la oferta de materias primas y una alternativa para aprovechar los residuos orgánicos urbanos en el enriquecimiento de suelos.

En conclusión, La Economía Circular, La Reforestación Ecológica y La Reconversión Productiva pueden ser el buffer que requiere Colombia para solventar los problemas sociales, económicos y por supuesto los ambientales, a través de empleos verdes, nuevas industrias, disminución de los GEI, menor dependencia de Commodities y descentralización demográfica, entre otros, convirtiendo la situación actual, en una oportunidad de cambio y un ejemplo de desarrollo para otros países.

Ricardo Reyes Jiménez

Líder de Proyectos Fractal Estrategias Sostenibles