El rol de las humanidades, como ente dinamizador de la economía circular.
- Fractal Estrategias sostenibles

- 13 mar 2023
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El concepto de economía circular ha sido ampliamente tratado en casi todos los sectores de la economía y ha despertado el interés de una parte de la población. Los esfuerzos que han realizado las empresas y las entidades públicas han sentado las bases para iniciar un proceso de transformación social y cultural entorno al adecuado ciclo de vida de los bienes que consumimos. Si queremos impulsar el proceso y frenar algunos de los efectos del cambio climático, es necesario priorizar nuestros esfuerzos en los hábitos del ser humano, partiendo por la gestión del consumo.
El consumo como comportamiento humano juega un papel importante en la economía circular, pues es demandante de recursos y generador de residuos. Por un lado, el consumo humano requiere la producción de bienes y servicios, lo que significa que los recursos materiales se utilizan para satisfacer las necesidades de los consumidores. No obstante, no todo lo que se produce, se consume y esto también genera residuos; algunos casos que se deben abordar, están relacionados a los productos alimenticios no consumidos, los envases de los productos y los productos electrónicos obsoletos, entre otros. Estos residuos si bien no responden exclusivamente a malos hábitos de consumo, su producción responde a expectativas de consumo, las cuales terminan siendo desechados y no gestionados de forma responsable para evitar daños al medio ambiente.
Por lo tanto, para lograr una economía circular, es necesario que los consumidores, en ejercicio de su libertad, adopten una actitud responsable hacia el consumo. Esto significa comprender que los recursos que se utilizan para satisfacer nuestras necesidades, se transforman indefectiblemente en residuos. Dentro de esta actitud, los consumidores deberíamos buscar productos y servicios que sean sostenibles, es decir, que sean producidos de forma responsable y con el menor impacto ambiental posible. Esta sería una acción concreta para contribuir como consumidores a la reducción de los residuos y a la optimizar el uso de los recursos, pavimentando el camino hacia un desarrollo económico, armónico y sostenible.
Si el consumo de bienes está relacionado de forma estricta a satisfacer las necesidades de los seres humanos, es claro que la implementación de modelos económicos circulares depende necesariamente de la libertad, la voluntad y el comportamiento; razón por la cual deberíamos preguntarnos, si ¿es necesario contemplar una visión antropológica de la economía circular?
La antropología, ofrece una perspectiva integral para abordar la gestión de la economía circular desde el individuo, pues esta ciencia, al tener como objeto de estudio las culturas humanas y la forma en que las personas interactúan con el ambiente y los recursos naturales, interpreta las causas de las decisiones humanas en un contexto y las relaciona con las condiciones que permiten la supervivencia como especie. Es así como desde esta disciplina podríamos contar con un amplio marco de comprensión para la adopción humana de la economía circular en la vida cotidiana.
Los aportes de la antropología son de gran importancia para la economía circular, ya que el éxito de la implementación de este modelo, depende del nivel de comprensión sobre cómo los seres humanos interactúan con su entorno, de las diferencias individuales y del comportamiento colectivo, para ser motivados, y de esta forma pasar de los propósitos abstractos a los comportamientos coherentes que serán la única vía segura al cambio y a una gestión efectiva de la economía circular.
El psicólogo Abraham Maslow introdujo a mediados del siglo XX, la teoría sobre la motivación humana, a través de la construcción de una pirámide de cinco niveles que representa de forma jerárquica las necesidades del ser humano: necesidades fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y por último la necesidad de autorrealización. Independientemente del orden en que las personas satisfacemos nuestras necesidades y de si la pirámide esta actualizada al orden social actual, los niveles que planteó Maslow, hacen parte de las herramientas que nos permite entender en parte y para este propósito, el comportamiento humano. De esta manera, plantear un modelo de economía circular, debería partir de la satisfacción de las necesidades en los niveles planteados por Maslow, pero desde una visión que priorice (1) Eliminar los residuos y la contaminación desde el diseño, (2) Mantener productos y materiales en uso y (3) Regenerar los sistemas naturales. Por ello, es importante entender las necesidades para orientar la política pública y la estrategia de la Economía Circular con acciones concretas, reales y objetivas que se concreten en el comportamiento de cada persona, para que de esta forma sea adoptada con facilidad y naturalidad.

Para entender mejor este planteamiento, podemos dar una mirada a las relaciones que se pueden establecer con algunos de los elementos que se contemplan en la pirámide; por ejemplo, ¿cómo se relaciona, la necesidad de la propiedad privada o la aceptación social, con el consumo de bienes y servicios en el marco de la adopción de la economía circular?; teniendo en cuenta que convivimos en una sociedad estratificada, que cimenta el consumo de bienes a conceptos como el fast fashion, el desarrollo tecnológico y el esnobismo; ¿otorgan prestigio, aceptación y poder?. Al acercarnos a estas preguntas, es evidente la contraposición con la economía circular, que plantea modelos de renta, racionalización del consumo, reutilización y reparación, entre otros.
Es aquí en donde juegan un rol determinante las humanidades; es tiempo de incorporar la complejidad del pensamiento y la conducta humana, a la estrategia de incorporación de la economía circular en los sistemas sociales, donde podamos encontrar nuevas formas de relacionarnos con los recursos naturales de forma sustentable.

Como conclusión, la economía circular no puede adoptarse desde una visión netamente material; es necesario entender el comportamiento individual y social para encontrar los medios que puedan orientar la voluntad de los humanos hacia un consumo responsable. Para esto, las humanidades ofrecen una perspectiva única para entender la economía circular y ayudar a comprender cómo los seres humanos interactúan con el entorno, cómo responden a los cambios en el uso de los recursos naturales y cómo pueden encontrar una motivación para adoptar la economía circular como un estilo de vida.
Estas disciplinas pueden contribuir de manera significativa al desarrollo de estrategias multilaterales para promover la adopción de la economía circular. Bajo esta óptica, las políticas públicas podrían descentralizar la responsabilidad de este tema, de las entidades de gestión ambiental e involucrar a los sectores académicos, culturales, a las administraciones regionales y otorgar poder al individuo para que autogestione el cambio.
Esta transición hacia un estilo de vida circular, puede iniciar en las mesas regionales de Economía Circular, vinculando a las universidades, centros culturales y organizaciones sociales, entre otros; acompañados por gestores que moderen las discusiones y articulen el trabajo de las mesas a nivel nacional.




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